Vacaciones

26.01.2022

Yo también aparto la mirada. No sois solo vosotros. Diría que lo hago cada vez más, impaciente, expectante. Esperando lo diferente. La salvación de lo cotidiano. Esa es la verdad. Los sentimientos son pura ansiedad. Si se tiene, por conservarlo. Si no, por encontrarlo por fin. Definir es terminar confundiéndose, irremisiblemente. Esto es, volver al principio. Es difícil renunciar a un duro trabajo interior, renunciar a lo que se tenía por verdadero, con toda la certeza que la voluntad es capaz de garantizar, por un tiempo. Pero lo cierto es que los sentimientos siempre cambian. Nada podemos hacer por evitarlo. Y nosotros estamos en medio. 

Escribo desde casa. He vuelto por unos días. Apenas queda una semana para que tenga que volver al frío. No oculto mi angustia por ello. Ni a mí mismo ni a otros. No es que sea tan terrible. Es terrible imaginar que es tan terrible, valga la redundancia. Todo no es tan malo. Mientras estoy aquí, el foco de mi ansiedad está en todo lo que tengo que hacer. Estoy de vacaciones. Si ya es difícil organizarse normalmente, lo es más en vacaciones. Mucho más. Siempre es diferente la realidad a lo que imagino. A la multitud de lo invisible, eso que parece imposible. 

Centrándome sólo en esta página, lo que quería era organizar un poco su contenido, sus secciones. Intentar hacer ameno lo que quiero comunicar para que llegue a más gente. Pero me doy cuenta de que soy un obstáculo. Que en cuanto me pienso a mí mismo, me convierto en un obstáculo que no puedo atravesar, y que me persigue a todas partes, me apremia. Me pregunto, con esa impaciencia del principio y un tono acusador: ¿Quién eres?

Pero tiene trampa. Porque detrás de el quién eres viene siempre el para, o haciendo esto o aquello. Porque nada me salva de mi propia voluntad. De tomar decisiones. Y eso es lo más difícil. Reconocer que tomamos decisiones, escondidos como estamos en el anonimato y la ignorancia de los demás, que se convierte en la nuestra. Cuando empecé esta página, quería dejar aquí un hermoso pedazo de mi alma. Ahora ya no estoy seguro de que eso sea posible. Se me va de las manos. Mezclo las secciones. Me desanimo. Soy como mis enemigos y competidores. Me corroe la misma ansiedad y me deprime. 

Intentando poner algo de orden en mí mismo, queriendo atender a eso de San Agustín de que "el castigo del que es desordenado es su propio desorden" necesito volver a intentarlo. Sé que vuelvo al principio, a lo más pesado. Que no controlo realmente los conceptos, sino lo que reconozco de ellos, más allá de mis opiniones (pues no solo hay opiniones). El control es una sensación inferior al descontrol. Sigo adelante a pesar de la frustración que me produce esto. Se podría decir que huyo de ello a vela desplegada. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar